viernes, mayo 17

Asalariados unidos en defensa del maltrato laboral

Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos NavasEditor: Francisco Cristancho R.

Hay un dicho que reza “de todo hay en la viña del Señor” y al que razón no le falta, pero creemos que incluso para quien lo imaginó resultaría sorprendente lo visto la semana pasada en redes sociales: tras conocerse en una declaración de la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, la existencia de prácticas vulneratorias de los derechos laborales –y a decir verdad, contrarias a los derechos humanos– en la planta de enlatado de la empresa Van Camps (Seatech International), cientos de internautas afines a la derecha salieron en defensa de la compañía presuntamente maltratadora, aduciendo que las denuncias eran fabricadas por el gobierno “enemigo de la libre empresa” –aun cuando hay testimonios y documentos que comprueban la veracidad de lo relatado por la Ministra– y en marea se les vio acopiando latas de atún Van Camps en el Carulla.

Vimos un tuit de una influyente comentadora de derecha que con orgullo reportaba a sus seguidores que prepararía una pizza con atún mientras escuchaba música de Marbelle, aportando un video como prueba, en el que algunos usuarios perspicaces notaron la ausencia de la consabida lata y pusieron en duda el mal gusto que requeriría poner el contenido de una de estas en una pizza. Pero no fue solo ella. Hubo varios comentarios en respaldo a Van Camps de políticos pertenecientes al Centro Democrático, quienes convenientemente olvidan mencionar que Seatech International ha financiado desde sus inicios al partido uribista y a sus principales alfiles. Llamó especialmente nuestra atención el tuit del alto ex-dignatario Enrique Peñalosa Londoño en apoyo a Van Camps, pues conocemos de antaño sus intereses y conexiones en la industria de los buses, pero desconocíamos que en su portafolio también tuviera el lobby de los buques pesqueros o de las máquinas de enlatado. Lo cierto es que ese respaldo –digno de su bellaquería– no es desinteresado ni espontáneo.

Pasando de la costa al interior, vemos los relevos con la llegada del nuevo alcalde y si bien hay consuelo en un par de dependencias, confirmamos lo que muchos anticipaban el 29 de octubre: con Galán vuelve el peñalosismo al gobierno distrital. Por preocuparnos y porque anticipamos que su gestión será objeto de controversia nos referiremos a un nuevo funcionario pero viejo conocido: Orlando Molano, designado por el alcalde para presidir el Instituto de Desarrollo Urbano, célebre por su labor depredadora y arbitraria en la dirección del IDRD bajo la égida de Enrique Peñalosa y que a algunos les sonará porque en su gestión –impulsado por unos poderosos intereses– ordenó talar miles de árboles en una ciudad en la que faltan con el propósito de ‘sembrar’ canchas de plástico y ‘endurecer’ los pocos espacios verdes de la capital.

También queremos llevar su atención a una secretaría que estuvo en las peores manos durante el último año, con la déspota Deyanira Ávila a la cabeza, y que ahora estará a cargo de una de sus lugartenientes. Esa dependencia tendrá en sus manos, entre otros asuntos, definir el nuevo esquema de Pico y Placa; decidir sobre la permanencia del control de precios al parqueo, que la exalcaldesa Claudia López quiso derogar desde el primer día (sin éxito y en perjuicio del interés general al configurar un servicio público indispensable) y que de eliminarse llevaría a un inmediato y abusivo encarecimiento; y determinar en asocio con el IDU el trazado y las contingencias necesarias para la construcción del TransMilenio por la carrera Séptima, que oídas las excusas del nuevo alcalde vemos que no tiene reversa, pues luego de haber prometido que no lo haría ahora dice que hará “lo jurídicamente posible” para detenerlo, misma estratagema de la señora Claudia López quien, al igual que Galán, prometió en campaña no hacer algo (en su caso el metro elevado y el TransMilenio por la 68) y con la banda puesta hizo exactamente lo contrario. Nos queda confiar, como siempre, en la movilización ciudadana y en el control judicial para impedir ese bodrio que costará billones y poco influirá en mejorar el estado de esta avenida y la movilidad en general.

Adenda: si estuviéramos en capacidad de entregar un premio al periodista del año, lo entregaríamos sin vacilación a Gonzalo Guillén. Por su honradez, por su valor, por la calidad de sus fuentes y de su trabajo que desempeña con sobriedad, alejado de mosaicos y cocteles, desde esta tribuna celebramos su pluma y le deseamos éxitos en el año que viene, que como todos los anteriores requerirá de su mirada sagaz y su ánimo inquisidor. A él y a todos los periodistas de investigación les auguramos un buen año.

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